jueves, julio 09, 2009

En mi casa hay buenos pastos

(Dedicado a m. te.)

Lo comprobé esta mañana. Un caballo marrón, petiso y robusto está pastando contra la puerta trasera del garaje. ¿Cómo atravesó la cerca de tejido de alambre de 1,70 m de alto para entrar a mi patio? No me lo explico. Dos yeguas esbeltas y hermosas lo observan con envidia desde fuera de los límites de mi terreno. La del manchón blanco en la frente se acerca al tejido para relincharle suavecito en la oreja del petiso vaya a saber qué cosas soeces, a juzgar por sus evidentes erecciones. Este aún intenta aprovechar los buenos pastos, hasta que la carne puede más.

Con un brinco anuncia sus intenciones de montar a la yegua, haciendo temblar la cerca que los separa. Me decido entonces a reprimir la lujuria antes que el tejido zozobre por la presión de los cuerpos. Con autoridad gaucha salgo al patio a puro grito sapucay, pero mi timbre de voz evidentemente no asusta a los animales. Ni siquiera se dignan a mirarme.

Entre los yuyos distingo unas añadiduras de cables viejos y sogas. Son las pobres riendas del petiso, riendas de carro cartonero. Con ellas arrastro al contrariado petiso, alejándolo primero de la cerca para luego rodear mi casa, salir a la calle atravesando el portón, adentrarnos en la construcción de al lado hasta acceder al baldío trasero y enfrentarlo finalmente a las dos yeguas a disposición de su desenfreno, sin molestas cercas obstaculizando el amor. “Andá”- le digo soltando las riendas- “Ahora sí. Hacé tu historia”.

Extrañamente, el petiso ahora se desentiende de las pasiones que había desatado. Se ubica por ahí, indiferente, mirando la nada.

Tal vez la separación del tejido de alambre le proporcionaba un toque de excitante perversión. Hasta los caballos pueden ser complicados, histéricos incluso.

Un amigo me escribió en la tarjeta de regalo de cumpleaños: “El tiempo pasa, y es una sucesión de asados”.

“¡Qué buena forma de ver el paso del tiempo!” pienso. Quiero muchos más asados, mateadas con amigos, y mañanas distintas como ésta, de sol y de caballos.