miércoles, diciembre 07, 2005

Concepto de la obra

   Intención del artista: (Marco teórico referencial: Deleuze, Baudrillard, Heidegger, curso teórico sobre "Poéticas del Siglo XX" a cargo de Reinaldo Ladagga) Mi intención con respecto a esta obra era: dejar de alquilar.

   Soporte de la obra: con respecto a la intención inicial, considero que el soporte que mejor se adapta es el de la "instalación", y la forma mas conveniente, la de una "casa". Otra posibilidad podría haber sido una acción perfomática "ocupando" una casa abandonada o haciendo "supervivencia" en la isla, pero rondando los 40 y con una hija que mantener y educar, preferí ser más burgués y conservador.

   Concepto: pude deducir que el concepto básico que involucra a mi obra es el del "reparo". Reparo de la lluvia, el frío, el sol,…; no obstante, me gusta que mis obras sean abiertas, como para que el espectador construya conceptos diferentes -y siempre y cuando no me invadan la lluvia, el frío, el sol…-. En definitiva, mi obra debe protegerme del calor del verano, abrigarme en invierno, y evitar que se mojen mis cosas durante las tormentas. Mi obra, además, será tanto más completa si logra contener otro concepto concretísimo como es el de: "Espacio propio" donde desarrollar mis necesidades básicas y fundamentales a saber: ingerir alimentos, pernoctar, aseo, deponer, orgasmar…

   Desarrollo: Estos conceptos tuvieron una instancia de congruencia entre el pensamiento del arquitecto y el mío. O tal vez de "incongruencia"… Durante la planificación yo le cuestionaba: "¿No podría haber una ventana allí?" y él me respondía: "No, no te lo permite la posición del sol". O, si no, le inquiría: "Che, y si levantamos más el techo?". "No"- me contestaba- "no responde a los criterios arquitectónicos". Como ambas respuestas se repetían constantemente, deduje que mi obra dependía del Dios Sol, como los Incas, por un lado, y de Péliz, Niemeyer y toda la historia de la arquitectura por otro. Ironicé: "¿Y la ubicación del inodoro junto a la puerta, también responde a los criterios arquitectónicos?"."No"- me contestó con cansancio- "eso es para que el que esté sentado, cagando, pueda controlar que no le abran la puerta desde afuera"...- De todos modos, el arquitecto no dirigió directamente la construcción de mi obra. Nunca vio la casa que él mismo había planificado. Él vive en la zona sur de Rosario y cubrir los 20 Km. de distancia hasta la obra era otro precio. Pero cumplió asesorándome según mis necesidades y hasta me prestó la termofusora para soldar caños plásticos.

   Percepción de la obra: el tamaño tan pequeño de mi casa, disminuido aún mas en su contraste con el baldío que la rodea, cambió la caracterización de mi persona ante el barrio. "Usted es el de la casita", afirmó la dueña de uno de los cinco kioscos de mi cuadra. Me gustó. Prefería que me señalen como "el de la casita" en lugar de "el que nos cagó la canchita". Recuerdo la mirada y sonrisa de incredulidad del "Oscar", cuando les sacaba fotos a él, a los ladrillos, a la hormigonera..., y le comentaba que la obra se expondría en "el Museo". Nunca creyó que estábamos haciendo una obra de arte. Del mismo modo, las personas vinculadas al arte, espectadores, intelectuales..., tal vez nunca percibieron que yo, simplemente, estaba intentando construir una casa.

Próxima entrega:
Choricanasta