domingo, octubre 09, 2005

Día de mudanza


    En este parque de 70 hectáreas, orgullo mendocino -el 2º en el mundo en extensión dentro de una ciudad, según me informó un taxista-, rodeado de bosques de plátanos, álamos, eucaliptos, carolinos y motos, con el Cerro de la Gloria a la vista, bajo un sol cuyano espectacular y escuchando los sonidos de blues de Pappo y los rugidos de los leones del zoológico cercano retumbando entre las montañas, no logro procesar la sucesión de infortunios del día de ayer, viernes 7 de octubre, “día de mudanza”.
    A pesar del detalle de carecer de luz, agua, gas, instalaciones sanitarias, cocina... debía mudarme a mi nuevo monoambiente de ladrillo y chapa, para poder entregar las llaves de la casa alquilada.
    Bajo el influjo de los vahos de los “tacos mejicanos” (guacamole, frijoles negros, cerdo y chile) y marihuana que provienen del puesto de enfrente, atendido por un tal “Stone” o “Tepasoloquequierasporla- fackingfronterahuevónnotenéspapelparafumar?”, logro recordar los acontecimientos:


    El jueves acomodo los muebles pesados cerca de la puerta de salida y guardo bártulos en cajas hasta la 1 de la madrugada. Para complicar la mudanza, decido no dejar de dar clases por la mañana y viajar a un encuentro de motos en Mendoza por la noche.
    A las 6 de la mañana me levanto para esperar un flete pedido para las 7. Este nunca llega.
    Acomodo más cosas, voy a dar clases, regreso al mediodía y espero el flete pedido para las 12 hs. Este nunca llega.
    Cuando está por colapsar mi sistema nervioso, llega un flete a las 2 de la tarde. Cargo en él heladera, lavarropas, estanterías, somier, obras, hierros viejos, cajas y más cajas.
    En lo de una amiga descargo todo lo que no me fuera indispensable para los 3x4 metros de mi nuevo hogar. Hacia allá nos dirigimos.
    Acordamos con el fletero en reencontrarnos en Wilde y Córdoba, para luego yo indicarle la ubicación exacta. Me adelanto en auto a la terminal y compro mi pasaje a Mendoza. Consigo el único disponible a las 9 de la noche. Por una confusión me estaciono a esperar al fletero en Sarratea y Córdoba. Estuvimos esperándonos el uno al otro durante más de media hora en esquinas diferentes y a una cuadra de distancia. Por fin descargamos y regreso a la vieja casa a terminar de guardar cosas, limpiar y entregar las llaves. 17 hs. El tiempo se acorta y aumentan las complicaciones.
    Como solución rápida y alternativa, cruzo varias cajas a lo de mi vecina, incluida mi perra, además de usarle el teléfono 20 veces.
    A las 6 de la tarde estoy agotado, sucio y aún con un soberano despelote de cosas por guardar o tirar, además de apliques, estufa y otros elementos que desamurar.
    A las 19 hs llega la Negrita a colaborar y con aires de pretender limpiar en una hora lo acumulado en meses. En minutos asea dos habitaciones y tira 20 bolsas de basura.
    A las 19.30 no encuentro las llaves del auto. Entramos las 20 bolsas de basura. Las vaciamos sobre el piso buscando las llaves. A las 20 hs corro 6 cuadras por un cerrajero.
    A las 20.30 el cerrajero logra abrir la puerta del auto pero la dirección está trabada, y necesito guardarlo en el garaje. Lo de entregar las llaves de la casa ya es una quimera.
    Llamo un taxi. Cargo en él mis 6 valijas con la mercadería para el encuentro de motos.
    No sé porqué el cerrajero se toma tanto tiempo en hacer añicos el tambor del volante. A las 20.50 logra destrabar la dirección. El taxista resopla aliviado. Entre el cerrajero, el taxista, la Negrita y yo, entramos el auto en el garaje. El taxista decide dirigirse a la terminal atravesando pleno centro. La Negrita desciende en Suipacha y Santa Fe, preguntándose porqué sale con semejante pelotudo que nunca tiene copias de ninguna llave.
    A las 21.10, con algunas valijas colgadas de los hombros y otras arrastrándolas por el piso, corro un andén interminable, al advertir mi ómnibus a Mendoza aún estacionado en su plataforma. Una señorita muy simpática se interpone repentinamente y me pregunta:-“¿Vos sos Víctor Gómez? Hubo problemas con los pasajes, algunos se vendieron dobles y te quedaste sin asiento. Pero podés esperar el refuerzo de las 22.30”.
    El “refuerzo”, “reincómodo”y “redestartalado”, salió “retarde”: a medianoche...


    Ahora, ya en Mendoza, me queda relajarme aprovechando el “cambio de aire”. Claro que no debo perder de vista mi urgente necesidad de vender en este motoencuentro como para pagar el martes la cuota del terreno, varias deudas acumuladas y el sistema completo de cerraduras del auto.

Próxima entrega: Acerca de cercar...