miércoles, septiembre 14, 2005

Como los sepultureros...



   ...hoy la pasé cavando tierra. Tengo el codo derecho dolorido de golpear la pala contra esos malditos cascotes sorpresivos. De los 7 pozos para los postes de la cerca que hice ayer, me encontré con 5 tapados nuevamente por algún pibe resentido. Mientras empezaba el pozo ciego, calculé que en una progresión de esta lucha contra los pibes de cavar para que me tapen los pozos, igual les terminaría llevando la delantera. En aproximadamente 25 días, lograría cavar los 50 pozos que necesito para completar el perímetro de mi terreno, por supuesto, siempre y cuando logre cavar durante 7 horas y todos los días de la semana, incluyendo los sábados y domingos.
   Ayer alcancé a escuchar unas chicas que pasaban caminando y murmuraban señalándome, “mirá, hay un “señor pocero”. Tampoco me gustaba la idea de que se refieran a mí en el barrio con el alias de: “el que nos cagó la canchita”.
   Pero luego, todo tomó un giro afortunado cuando tres pibes se acercaron a mí para verme trabajar. Durante casi una hora permanecieron sentados a 2 metros en esa actitud contemplativa tan municipal.
Uno se sorprendió cuando le dije que el pozo ciego debería llegar por lo menos a los 3 m. Supongo que no podía asimilar que se juntara tanto detritus humanus. En un momento me animé a disculparme con ellos por ocuparles un sector de la cancha de fútbol, y prevenirles que iba a tener que correr ese arco tan primitivo. Para mi sorpresa, me contestaron que no importaba y que era mejor que alguien construyera una casa para que la zona esté mas “limpia, sino, se llena todo de basura”. Igual les prometí un arco de caño de hierro reglamentario, siempre y cuando lo pintaran ellos y no me taparan los pozos. -”Ah, ese fue el Pecas, ese pibe no sirve para nada”- me contestó uno en actitud absolutamente soplona. Me hizo acordar de mis propios grupos de pibe.
En todos siempre hay un Pecas, un Colorado, un Cabezón, un Negro, un Gordo, un Petizo, un Chueco...
   Sin que yo me diera cuenta, entretenido en mis paladas, en segundos los tres chicos por propia voluntad habían volcado y corrido el arco hacia otro extremo del baldío, y con maderitas habían vuelto a excavar los pozos tapados por el Pecas.
   Luego se amontonaron más chicos y jugaron su partido de fútbol en total convivencia conmigo.
Sólo un pelotazo que pasó rasante a 10 cm. de mi termo de agua caliente podría haber llegado a enturbiar la cosa pero fue sólo un susto.

Próxima entrega: Plan C: Gómez Delivery versión “chupamedias”