sábado, abril 07, 2007

Hecho trizas


   El Ludueña casi se desborda. Mis vecinos se atrincheraron en sus casas, bolsas de arena mediante, para defender sus pertenencias con bravura.

   Yo opté por una solución mas humana, mas terrenal: me reconcilié con una novia y me alojé en su casa. Especulaba con que, antes que se diera cuenta, terminaran las lluvias. Ojo: algunas veces resuelvo las situaciones difíciles más dignamente.

   Desesperado por conseguir dinero para comprar los vidrios de mi casa, viajé a Paso de la Patria, a un motoencuentro. También buscaba algo de sol, y los 850 kilómetros mediante eran una garantía. Además: “Hace un tiempo hermoso” me dijo una empleada de turismo de Corrientes el día anterior.

   Había atravesado Entre Ríos, y seguía lloviendo. Esquina, Goya,...peor. Corrientes, Paso,...a las tres de la tarde parecía de noche. El motoencuentro se había suspendido sorpresivamente. Los diez motoqueros que estaban dando vueltas me miraban como al Hombre de la Atlántida: “¿Vos venís del agua, no? ¿Del sur...de dónde...? ¡Pobre! ¡Cómo la jedistche, tchamigo!

   Cuando acomodaba las cosas en el auto para el regreso, media hora después, tuve un espejismo. La señora de la cantina, en la vereda, señalaba mi Gol con señales del granizo y un accidente y se reía a carcajadas: “¡Jua, jua, jua,! ¡Cómo lo tenés hecho trizas al auto! ¡Jua, jua...!”

   La escena no podía ser cierta. Seguro era motivada por mis diez horas de manejo. Además me esperaban otras diez para volver y debía conservar mis fuerzas. Y para putear a alguien ya tenía a la pelotuda de la oficina de turismo provincial.

   Ya en Rosario todos me reprendieron con frases como “Te tenés que preservar”, “Te tenés que ordenar”, entre otras cosas que no entiendo.