domingo, mayo 31, 2009

Gómez Delivery: Final de obra

Reflejos de una acción artística cuya única pretensión de belleza está en el redescubrimiento de lo colectivo. ¿Y para qué más?

Manuel, luego de varias horas de lucha contra el revoque rebelde y burlón, comenta: “Creo que la vez que laburé tanto en algo así, fue hace unos años, cuando hicimos el techo de un vecino entre todos”.


La espectralidad fosteriana, la evocación de esta experiencia no está en obras famosas de artistas reconocidos. Simplemente parte de la llaneza de la necesidad, en este caso la del techo propio – fenómeno intrincado y angustiante en nuestro país- y se nutre de esas obras, las de la construcción, así, como suena, en conjunción con los espíritus solidarios, recíprocos, mancomunados, que gustan compartir un asado, una guitarreada, tanto como una marcha, una reivindicación, un esfuerzo por el bien común.


Desde ámbitos sociales ligados a la intelectualidad, especialmente de la plástica, que yo suponía minados de individualismo, competencia, hipocresía, egoísmo, en estos cuatro años “en obras” en cambio, recibí apoyo, interés, solidaridad. Para mí, toda una lección. Todo eso emana de cada rincón de mi casa en hechos concretos y percibo todo ese afecto desde su posibilidad de abrigo, de cobijo. Difícilmente la próxima reedición impresa y el video reflejen todo esto que es real, puro, vida misma. Me resuenan ecos de una de esas frases con enjundia filosofal de los viejos sabios de barrio: “A la gente hay que darle la oportunidad”.

Víctor Gómez

gracias x invitarme y a mi amigo a compartir tan lindo dia con gente muy buena onda nos vemos pronto!

Analía Morin

Gracias. a mi también el día me pareció bello. Marta. A Matilda más aún...

Marta Casabona

Querido amigo, en todo caso, gracias a vos por pensar que aún se puede y convidarnos. Como decís, la solidaridad parece ser una práctica olvidada pero, por fortuna, algunos seguimos creyendo lo contrario.
Nunca mejor quedó la expresión "aporté mi granito de arena" y te aseguro que ese aporte me llenó de esperanza porque de vuelta me llevé granitos de amistad, que valen oro.
Mientras la mezcla indómita insistía en caer al suelo ayudada por nuestra falta de pericia, pensaba que realmente estábamos haciendo una obra de arte: si por arte entendemos algo que diga, que comunique, que exprese sentimientos e ideas y que pueda manifestarse en alguna impronta. Ahora, cada vez que mires tu pared nos vas a ver a nosotros, como una gran pintura -de 10 metros cuadrados, como una filmación, seremos una suerte instalación/intervención en tu memoria. Y nosotros, cada vez que te visitemos, volveremos a vernos allí, en ese tiempo y espacio precioso que supiste regalarnos.
Un abrazo
Su


P.D.: Devolveme el Ñ...

Susana Daz

hola víctor, a veces sigo tus relatos, a veces me quedan sin leer, por falta de tiempo, pero te quería contar que la minga está reeditándose aceleradamente. Conozco varios grupos que lo hacen con mayor o menor planificación. Se usa sobre todo para techar y para las construcciones de adobe, hasta para ir a pisar barro te pueden invitar un domingo a orillas del río azul!

un abrazo bolsonero

Gabriela Aloras desde El Bolsón